viernes, 19 de octubre de 2012

PAPEL QUE EJERCIO EL TRUEQUE EN EL CORRALITO ARGENTINO 

Documental Trueque Argentina




Durante la desastrosa crisis económica que sufrió la Argentina, millones buscaron una salida en los clubes de trueque. A pesar del considerable éxito que tuvo este sistema hubo también varios problemas que al fin y al cabo lo llevaron al fracaso. En pequeñas mesas se ofrecen libros, alimentos, zapatillas o productos cosméticos. Lo que es distinto en esta feria, es que los productos no se pagaban con pesos argentinos, sino con tiquets de trueque, los llamados “créditos”. El sistema de trueque es muy fácil. Sus miembros producen y consumen a la vez y por eso se llaman prosumidores. Cada persona tiene que ofrecer productos o servicios en los clubes de trueque para obtener créditos con los cuales puede ir a trocar los productos de otros prosumidores. Los nuevos miembros reciben 50 créditos para poder empezar. Por lo tanto, el nombre trueque no es tan correcto porque el sistema dispone de una moneda propia y por eso se trata de un sistema mercantil. Hasta el estallido del sistema de trueque a finales del 2002 se pudo conseguir casi todo en los clubes de trueque que por tanto fue una estrategia de supervivencia real y necesaria para mucha gente que no tenía algo muy importante: plata. Experimentos como el trueque argentino con moneda propia ya existían y existen en todo el mundo. Sobre todo en tiempos de crisis tenían sus auges y lograron respetables éxitos. Según estimaciones en el año 2002 operaron acerca de 5.000 clubes en todo Argentina, cuyos miembros en algunos casos superaron los 4.000. En total más que 2,5 millones de personas participaron en el trueque. Considerando que no sólo los prosumidores sino que también sus familias se beneficiaron del trueque, entre 5 y 8 millones de personas, es decir más que la quinta parte de la población, pudieron satisfacer una parte de sus necesidades a traves de los intercambios. El trueque es una organización de carácter civil con el principio de auto-ayuda. El sistema pertenece al Tercer Sector, es decir, al margen de la economía normal y de la política social estatal. La moneda propia, el crédito, facilita el intercambio recíprocamente y no simultaneo sin utilizar dinero de curso legal. Todos los productos o servicios se pueden trocar y cada prosumidor está obligado a ofrecer algo en el club de trueque. Entre 1999 y 2002 la oferta fue impresionante y se encontró casi todo, alimentos, cosas usadas o manufacturadas y también servicios como plomearía  albañilería o tratamiento médico. El crédito era el eje fundamental del sistema. Se trata de una moneda social y privada. Es considerado social porque no genera interés y por tanto no sirve para la acumulación sino es solamente un medio para facilitar el intercambio. Es privado porque es emitido por personas privadas y no tiene ningún respaldo por parte del estado, es decir, no es un documento y no tiene validez jurídica. La emisión se efectúa paralelamente al crecimiento gradual de los clubes. A cada integrante nuevo se entregan 50¢ los cuales debe devolver al abandonar el sistema. Es decir el circulante aumenta con el crecimiento del número de integrantes y se achica automáticamente cuando hay menos integrantes.



Vivir del trueque
Trabajar en el trueque – desde el individuo hasta la empresa


El abastecimiento con productos y servicios de la vida cotidiana fue el motivo principal para participar en el trueque. Los prosumidores adquirieron por ejemplo alimentos, ropa y servicios como peluquería, tratamiento médico, etc. De esa manera los hogares podían bajar sus gastos en pesos considerablemente. Mercedes Gomez, coordinadora del club del trueque “La Estación” en Chacarita cuenta: “Aquí en Chacarita había de todo. Teníamos todo de alimentos, frutas, verduras, carne, qué sé yo. Después había también peluqueros, albañiles, médicos. [...] Yo también compré todo para mi familia, compré las frutas, las verduras, el pan, mucho ya no tenía que comprar afuera. Por semana, te diría, que ahorré casi el 50% de lo que normalmente gastaba.”
La importancia que tenía la participación el el trueque y la posibilidad de abastecerse difería según los distintos estratos sociales. En el caso de los sectores medios que normalmente disponían de ciertos ingresos monetarios y no se encontraban en una situación de extrema necesidad, el uso paralelo del trueque les permitió obtener un mayor rendimiento de sus ingresos, mantener un cierto nivel de vida y no caer en la pobreza profunda. Vivían del trueque y podían reservar sus ingresos monetarios para los bienes y servicios que no se conseguían por créditos, por ejemplo para el pago de las cuentas mensuales de gas, luz, etc. Los sectores populares, sin embargo, se insertaron en el trueque impulsados casi exclusivamente por la urgencia alimentaria. Para ellos el trueque era una estrategia de sobrevivencia sumamente importante, pues se encontraban sin empleo, sin ingresos fijos y les resultaba difícil satisfacer las necesidades alimenticios de sus familias. A diferencia de los sectores medios no participaron en el trueque como mercado paralelo sino casi como la única opción para conseguir algún tipo de ingreso, aunque no sea en dinero sino en bienes y servicios
A parte del abastecimiento con productos básicos el trueque ofrecía una gran variedad de productos y servicios de segunda importancia que no eran necesarios para sobrevivir. Los participantes pudieron comprar cosas para los cuales normalmente ya no hubiesen podido gastar dinero en el mercado formal y que por tanto eran para ellos productos de “lujo”. Eran esos productos como libros, artesanías, masages reiki etc. No hemos de olvidarnos del positivo efecto emocional que tenían esas posibilidades adicionales de consumo. Con la variedad de productos y servicios se abrió una nueva esfera de consumo a los prosumidores donde pudieron irse de “shopping”. Muchos también pudieron irse de vacaciones dentro del sistema y pagar hasta el 50% del precio en créditos o hacer trueque directo. Varios hoteles de las famosas regiones turísticas de Argentina como Mendoza, Salta y Mar del Plata se habían insertado al trueque. Con los créditos de la RGT también se pudo viajar al extranjero, a Brasil y Uruguay.
También con respecto al tratamiento médico de los participantes el trueque tuvo un papel importante. Ya desde hace como cinco años más del 50% de los argentinos vive sin seguro médico y tiene que pagar a sus médicos por cuenta propia, lo que es casi imposible considerando la enorme falta de ingresos. Hasta 2002 los prosumidores tuvieron acceso rápido y barato a la ayuda médica de varias ramas. Además de médicos clínicos hubo dermatólogos, ginecólogos o también dentistas y psicólogos. Tambíen se encontraban laboratorios, terapeutas y enfermeros. El trabajo se pagaba con créditos, los costos materiales se tenían que cobrar en pesos, por supuesto, pues los materiales tenían que comprarse por plata en el mercado normal. La RGT cooperó sobre todo en Buenos Aires con empresas de medicina prépaga que disponían de clinicas o ambulancias. La cuota para registrarse como miembro de esas empresas se pagaba por parte en créditos y luego, los turnos se pagaban solamente en créditos. Es obvio que el tratamiento médico en el trueque no podía incluir tratamientos o operaciones difíciles que hubieran necesitado mucho material y medicamentos. Esos hubieran sido demasiado caros para los pacientes. Pero con respecto al tratamiento básico de enfermedades cotidianas como resfriados o lesiones etc. el trueque contribuyó considerablemente a la mejora del abastecimiento de sus ingresantes. También con respecto a las posibilidades de terapia, los prosumidores tenían acceso a tratamientos importantes para su salud física y psíquica, hecho que es importante sobre todo en tiempos de crisis y desempleo cuando los efectos sicológicos y sicosomáticos relacionados a esta situación causan enormes problemas.


Para poder beneficiarse de las posibilidades de abastecimiento, cada uno tiene que conseguir créditos a través de su propia oferta. En la economía paralela del trueque se pueden utilizar las capacidades y la mano de obra hasta entonces desaprovechadas para trabajos que en la economía regular no serían demandados por la falta de liquidez o también por la falta de competitividad de estos trabajos (no son aceptados por su calidad, productividad). Los  profesionales como médicos o abogados cuyos servicios son bastante caros y por tanto no muy demandados en tiempos de crisis, vuelven a encontrar sus clientes en los clubes de trueque y por tanto pueden seguir trabajando. Como en el trueque los requisitos con respecto a a calidad y productividad de los trabajos son menos que en la economía formal se hace posible la integración de toda  producción casera. Sobre todo mujeres ofrecían comida, pan o mermeladas y aprovechaban de esa manera sus capacidades de producción en casa para aumentar sus ingresos. También microemprendedores de productos como ropa o zapatos que no podían vender a comerciantes del mercado formal porque esos piden calidad y cantidad y requieren la formalización del productor, encuentran en el trueque un mercado para aceder a clientes con poder adquisitivo (en créditos).
Debido a los bajos costos de inversión, el trueque es una plataforma ideal para probar nuevas ideas de producción y formar microemprendimientos sin mayores riesgos. En muchos de los casos, el objetivo de los microemprendimientos es la inserción al mercado formal después de haber pasado por un proceso de aprendizaje dentro del sistema de trueque. El problema más grande que tienen estos emprendimientos es la falta de capital para invertir y por tanto, los escasos medios de producción disponibles que limitan el volumen de producción y causan la falta de competitividad. En el trueque se pueden bajar los costos de producción por ejemplo al reinvertir los ingresos provenientes de las cuotas de socio en la compra de maquinas y material de producción necesarios para los microemprendedores. De esa manera, en la Red de Zona Oeste en Buenos Aires se establecían dos emprendimientos en los cuales 11 personas producían 1.200 prepizzas por día. Así los prosumidores de esa zona empobrecida tenían acceso a un plato caliente por día, cosa que para muchos ya no era natural. La harina necesaria se producía a fazón y así se conseguía más barata. Una parte de la producción también se vendía por pesos en el mercado formal para poder seguir invirtiendo. Por medio de medidas como ésta, microemprendimientos pueden ahorrar capital para inversiones y además ser más competitivos en el mercado formal por sus precios bajos.
En adición, el nodo tiene un papel importante como red de información y cooperación. Los participantes se informan y aconsejan mutuamente. La ampliación de la red de conocidos y amigos contribuye también a conseguir clientes que compran por pesos, cosa que sobre todo es importante para microemprendimientos que perdieron muchos clientes por la crisis. Todos estos aspectos subrayan la importancia del trueque para la reorientación de los participantes en el mercado laboral y para el establecimiento de microemprentimientos que a su vez disponen de una gran capacidad de generación de empleo.

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